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Israel, menos Eurovisión y más Juegos Olímpicos; que pregunten a Sudáfrica

Créditos Ilustración: Marta Paz

En la semana que se celebra el Festival de Eurovisión, aún se alzan voces que piden la no participación de Israel. ¿Pero de verdad esto sería importante? Porque en un año de Juegos Olímpicos, sería mucho más doloroso para Israel perderse la cita de París, que se lo digan a Sudáfrica, que sufrió un boicot deportivo en la época del apartheid. Y funcionó.

15.000 niños palestinos asesinados por bombas y hambre, cerca de 10.000 mujeres asesinadas y una comunidad internacional que deja a Israel campar a sus anchas. Viviendas, hospitales, mercados, ONGS, todo es bombardeable en Gaza bajo la excusa del derecho a la defensa. Y mientras esto sucede, esta semana se celebra el Festival de Eurovisión en Suecia que contará, un año más, con la participación de Israel. No es la primera vez que se pide que no esté presente, pero este año estas voces han sido mayores por el genocidio que Israel está llevando a cabo en Gaza en la actualidad. Y aunque se le prohibiera participar, ¿sería suficiente para presionar al gobierno israelí? No. Pero, ¿y si lo hicieran con los Juegos Olímpicos que se celebran este año en París? A lo mejor eso dolía y funcionaba más, hay un ejemplo de ello: Sudáfrica y su apartheid.

El apartheid y el boicot deportivo internacional: “esos cabrones no entran”

El apartheid comenzó oficialmente en 1948, cuando el Partido Nacional de Sudáfrica, liderado por Daniel François Malan, ganó las elecciones y comenzó a implementar leyes que separaban a los sudafricanos según su raza. Y el boicot deportivo se inició poco después, restringiendo los contactos deportivos con Sudáfrica por su política de segregación. Pero el Comité Olímpico Internacional (COI), como es habitual en los organismos internacionales, que poco hacen y poco quieren hacer, no fue precisamente la institución más contundente con Sudáfrica.

Al COI le costó entender el mensaje y, aunque es cierto que Sudáfrica fue suspendida en 1963 por su gobierno racista y como consecuencia no participó en los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, readmitió al país sudafricano unos meses antes de que se celebraran los Juegos Olímpicos de México en 1968. Ésos precisamente en los que se produjo la imagen de Tommie Smith y John Carlos (y Peter Norman, el blanco que les acompañaba en el podio) con sus puños levantados (un inciso: el australiano Norman les pidió un guante también pero sólo tenían un par, por eso levantaban un puño diferente cada uno. Norman apoyó su causa y le costó su carrera deportiva, su país ni le dejó participar en los JJOO de 1972… Cuando falleció en 2006, Smith y Carlos llevaron su féretro).

Tras esta decisión, el presidente mexicano Gustavo Díaz le dijo a Pedro Ramírez Vázquez, el organizador de los JJOO de México “esos cabrones no entran”, desligando a su país de la decisión del COI. Y no entraron. Cinco días después de que se anunciara que Sudáfrica participaría en los Juegos de México, Etiopía anunció que no se presentaría. El listado de países que no estaría en México ascendía a cerca de 30 y en torno a 20 expusieron sus dudas. Las presiones de México sobre el COI, arrojando sombras sobre los resultados de la votación que permitía a Sudáfrica participar en los Juegos consiguieron que se repitiera la votación. Fueron meses de reuniones que coincidieron con protestas antirracistas en muchos países, entre ellos, Estados Unidos, con manifestaciones en más de cien ciudades tras el asesinato de Martin Luther King el 4 de abril. Los resultados de la nueva votación fueron apabullantes: 47 votos en contra, 16 a favor y 8 abstenciones. Los “cabrones” no fueron a México. Y en 1970, Sudáfrica fue expulsada del COI, lo que significó que no pudo participar en los Juegos Olímpicos durante más de dos décadas, hasta que se levantó la prohibición en 1992, después de que el país comenzara a desmantelar el apartheid.

Pero las presiones internacionales en el deporte no sólo fueron contra Sudáfrica, también contra aquellos países con quienes mantuvieron relaciones deportivas. Así, en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976, 25 países africanos se retiraron de los mismos tras la negativa del COI a prohibir la participación a Nueva Zelanda por sus vínculos deportivos con Sudáfrica, con su selección de rugby de gira en el país sudafricano.

El boicot más allá de los JJOO

El boicot deportivo a Sudáfrica debido al apartheid fue una de las medidas internacionales más significativas para presionar al gobierno sudafricano a abandonar su política de segregación racial. Fue una demostración de solidaridad global contra la opresión racial que contribuyó al aislamiento del gobierno sudafricano. Ajedrez, fútbol, tenis, cricket, atletismo, deportes de motor, rugby… Aunque el alcance y consecuencias del boicot deportivo varió según la disciplina, todos jugaron un papel crucial en mostrar al mundo la unidad contra el apartheid.

Incluso se presionó a deportistas y países que mantuvieron relaciones deportivas con Sudáfrica. En 1980, las Naciones Unidas iniciaron un “Registro de contactos deportivos con Sudáfrica” en el que se recogían los nombres de deportistas que participaron en eventos deportivos en el país. Aunque no se tradujo en ningún castigo, ejerció una presión moral sobre aquellos que compitieron en el país sudafricano. En diciembre de 1985, la Asamblea General de la ONU adoptó la Convención Internacional contra el Apartheid en los Deportes, una respuesta directa a la participación de Sudáfrica en eventos deportivos internacionales durante el período del apartheid, así como a las políticas segregacionistas implementadas en el ámbito deportivo por el gobierno sudafricano.

Más impacto de los JJOO que Eurovisión

La historia nos muestra que el deporte puede ser una herramienta de cambio social y político, para aquellos que ahora dicen que no se puede mezclar política y deporte, tenemos cientos de ejemplos en los que el deporte ha sido llave de cambio. En lugar de pedir el boicot de Israel en Eurovisión -o por lo menos, junto a ello-, quizás sería más impactante y efectivo dirigir la atención hacia los Juegos Olímpicos, como una forma de presión internacional similar a la aplicada contra Sudáfrica durante el apartheid. En vez de dirigir la protesta hacia un escenario de luces y música, podría enfocarse la mirada hacia el momento culmen del deporte, sobre el que se centra la atención de todo el mundo. Más allá de las medallas y los récords, el verdadero triunfo sería la lucha por la libertad y la dignidad de todos los pueblos. También el palestino.

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