Créditos fotografía: Eklinkik Argazkiak
Sufren persecuciones literales por parte de la policía y otras figuradas por parte de algunos partidos políticos, pero lejos de agarrarse a eso como excusa, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona ha puesto toda su infraestructura al servicio de la protección contra el coronavirus: hasta el momento ya ha fabricado más de 5.000 mascarillas y batas para colaborar en la lucha contra la pandemia.
La mayoría son senegaleses, tienen cultura y conocimientos. Han aparcado su venta ambulante durante la cuarentena y se han puesto a colaborar en la fabricación de material de protección que están donando principalmente a hospitales en Granollers, Sant Celoni y Sabadell, en la provincia de Barcelona.
El Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes es una cooperativa de personas que trabajan o han trabajado en la venta callejera. Han registrado la marca Top Manta y bajo ella fabrican camisetas y sudaderas. Ahora esta actividad la han paralizado porque su prioridad es luchar contra el coronavirus, así que las máquinas de coser están dedicadas en exclusiva a elaborar productos sanitarios.
Disponían de las máquinas y de la mano de obra, les faltaban los materiales, acudieron a las redes sociales y recibieron la solidaridad que ellos mismos ofrecían. Además, están distribuyendo alimentos a más de 340 familias, cifra que aumenta de manera semanal y que calculan que puede llegar al millar.
En verano los manteros son noticia, se inician campañas contra ellos como si el resto del año no existieran, pero siguen viviendo el resto de las estaciones. “Vendemos en la calle porque somos honrados, ¿qué otra opción nos queda, robar, vender droga?”, declaran. Cada día se juegan la detención, acabar ingresados en un CIE e, incluso, la deportación. Su delito, soñar con una vida mejor. Ahora dan una lección de solidaridad a todos esos “perseguidores” y contribuyen en esa sociedad que tantas veces les da la espalda.
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